En esta entrega de Inteligencia Natural, la primera de una nueva serie en colaboración con el newsletter Cósimo, hablaremos del proletariado cognitivo y los dilemas del trabajo mental esforzado.
Creo que vivirlo sin saber mucho que lo vivimos es el pan nuestro de cada día. Si la problematización no conduce a nuevas formas de entendernos, estaremos perdidos. Lo que creo es que, a lo que más rencor se le tiene luego de asumirse como proletario cognitivo, es a las marcas sociales que deberían de aparecer como consecuencia de ello (que en el caso de nuestros padres está claro: casa, carro propio y “estabilidad laboral”), según lo que leo nuestras marcas sociales serían: ir a pie al parque, ver crecer a nuestros hijos y no estar en la oficina.
¿De qué otras marcas podemos hablar? Porque yo tengo mi medalla en el pecho de que nunca he pertenecido al mundo laboral “formal”, ni he cotizado en seguro social ni nada de eso... sin embargo, veo y valoro muchas otras cosas que no son las de mis padres.
Creo que es muy valorable ser parte del cognitariado, no es lo mismo ser parte del proletariado común que ser parte del proletariado con un nivel de estructura académica y cultural completamente distinto. En México es muy triste pertenecer al grupo que cobra 15 y último, lo digo desde dentro viendo como los "beneficios" no salariales se limitan a una bolsa de dulces en día de muertos y a un correo masivo de felicitación al alcanzar una meta de ventas y, al mismo tiempo viendo como mis compañeros celebran esas dos cosas que yo veo de forma despectiva y atroz. Gracias por abrir este espacio. Queridos cognitarios responsables
Está muy interesante cómo nombras los incentivos laborales comunes como algo completamente vacío de significado, incluso para las personas que forman parte de esos esquemas de trabajo. Sabemos que en México –y en cierta medida en toda América Latina– la cultura laboral no es precisamente la mejor. Lo clave aquí es que, voluntariamente o no, muchas de esas prácticas explotadoras las hemos trasladado a nuestras prácticas como freelancers o emprendedores de las industrias creativas. Y ahí hay un montón de tela que cortar. Quédense, porque la conversación continúa. Gracias por leer y comentar.
Creo que vivirlo sin saber mucho que lo vivimos es el pan nuestro de cada día. Si la problematización no conduce a nuevas formas de entendernos, estaremos perdidos. Lo que creo es que, a lo que más rencor se le tiene luego de asumirse como proletario cognitivo, es a las marcas sociales que deberían de aparecer como consecuencia de ello (que en el caso de nuestros padres está claro: casa, carro propio y “estabilidad laboral”), según lo que leo nuestras marcas sociales serían: ir a pie al parque, ver crecer a nuestros hijos y no estar en la oficina.
¿De qué otras marcas podemos hablar? Porque yo tengo mi medalla en el pecho de que nunca he pertenecido al mundo laboral “formal”, ni he cotizado en seguro social ni nada de eso... sin embargo, veo y valoro muchas otras cosas que no son las de mis padres.
Gracias por abrir la conversación. Me encantó.
Creo que es muy valorable ser parte del cognitariado, no es lo mismo ser parte del proletariado común que ser parte del proletariado con un nivel de estructura académica y cultural completamente distinto. En México es muy triste pertenecer al grupo que cobra 15 y último, lo digo desde dentro viendo como los "beneficios" no salariales se limitan a una bolsa de dulces en día de muertos y a un correo masivo de felicitación al alcanzar una meta de ventas y, al mismo tiempo viendo como mis compañeros celebran esas dos cosas que yo veo de forma despectiva y atroz. Gracias por abrir este espacio. Queridos cognitarios responsables
Está muy interesante cómo nombras los incentivos laborales comunes como algo completamente vacío de significado, incluso para las personas que forman parte de esos esquemas de trabajo. Sabemos que en México –y en cierta medida en toda América Latina– la cultura laboral no es precisamente la mejor. Lo clave aquí es que, voluntariamente o no, muchas de esas prácticas explotadoras las hemos trasladado a nuestras prácticas como freelancers o emprendedores de las industrias creativas. Y ahí hay un montón de tela que cortar. Quédense, porque la conversación continúa. Gracias por leer y comentar.